Veneno
Así están las cosas
No quiero ser pesimista ni nada por el estilo, tampoco pretendo quejarme o dar pena, pero me declaro en bancarrota y dejo esta partida, ¿Dónde está la casilla de salida? ¡Mierda! No hay casilla de salida, no se puede abandonar el barco porque, como en el Titanic, no hay lanchas salvavidas.
Barbie de Extraradio
En la guerra, como en el amor,
todo vale y siempre queda un perdedor.
Normalmente, pierde el que quiere más
al igual que en una mesa de black jack.
Me olvidaré de tu amor de garrafón,
me olvidaré de tus besos de judas.
Hoy voy a darle a mi pobre corazón
un par de capas de alguna pintura,
que borre las humedades
que le han deja’o tus recuerdos.
¡Tu subes como la marea
yo bajo como la tensión
pa’mi es como un rompecabezas
lo que pa’ti cae de cajón
yo tengo arrugas en el alma
tu piedras en el corazón
mis sentimientos van en chándal
y los tuyos visten de dior!
Una taza de fe por favor
para este desnatado corazón
que poco a poco se desangra
Barbie de extrarradio.
Hoy las penas, cómo la pasión
duran poco y dejan siempre un mal sabor,
una mezcla, entre sal y limón,
exprimido en mi marchito corazón.
Me olvidaré de tu amor de garrafón,
me olvidaré de tus besos de judas.
Hoy voy a darle a mi pobre corazón
un par de capas de alguna pintura
que borre las humedades
que le han deja’o tus recuerdos.
¡Tu subes como la marea
yo bajo como la tensión
pa’mi es como un rompecabezas
lo que pa’ti cae de cajón
yo tengo arrugas en el alma
tu piedras en el corazón
mis sentimientos van en chándal
y los tuyos visten de dior!
Una taza de fe por favor
para este desnatado corazón
que poco a poco se desangra
barbie de extrarradio.
Y de quererte
pase mis años olvidado en una trampa
para ratones en la que tu eras el queso
tu con carrera en el amor
y yo en 1º de la ESO
pa’estudiar el primer beso que me diste
y ahora te digo que no tienes corazón
que no me dejas elección
que nuestra relación fue un chiste
querida Barbie de extrarradio
corre tu Kent esta esperando
Sentando Cátedra
En fin, la cuestión es que hay personas que, gratuitamente y sin que nadie les de vela en el entierro ni les pida su opinión, se adjudican el derecho, no sólo de opinar sobre la vida de uno, sino también sobre su futuro, de forma categórica e inamovible; vamos, que sientan cátedra, llegando, incluso a afirmar saber lo que la otra persona quiere o deja de querer; con lo que, a mi modo de ver, dejan de ser objetivas, por que proyectan sus propios miedos y deseos sobre la otra persona.
Todo esto viene a cuento de que no hace mucho, alguien afirmó saber cuales eran mis deseos a propósito de determinada cuestión, que si bien, las circunstancias no son las mejores, no quiere decir que no sea algo deseado. Y es que estoy embarazada, de dos meses, tengo al que, posiblemente, sea mi último hijo creciendo dentro de mi y, puedo asegurar, pese a que las circunstancias económicas no sean las mejores, que es un hijo deseado desde casi antes de nacer Adrián, por que siempre supe que quería que Adrián tuviese un hermanito mas o menos de su edad, para que no se criase como hijo único igual que Antonio, que tenía 11 años cuando se convirtió en hermano mayor.
Así, que a estas alturas de mi vida, alguien venga a decirme que yo no quiero estar embarazada (independientemente de que esté o no acojonada) y que sólo son 18 células que no voy a hechar de menos y que, encima, los argumentos que use para animarme a deshacerme de ellas, sean tan manidos como tener un hijo adolescente que está en mala edad… Es que no me produce dudas, ni miedo, me produce un cabreo de tres pares de coj… Narices. Y que, encima sienten cátedra a propósito de lo que yo quiero y de los compromisos adquiridos con mis otros hijos, me cabrea todavía más. Sobre todo viniendo de alguien, que a pesar de ser “profesional de las mancias” no ha dado una conmigo, ni siquiera me conoce, ni a mi ni a mis circunstancias; baste decir que cuando nos conocimos, hace tres años, creyó que era madre soltera y que mi reciente embarazo era fruto de un desliz…
Y es que no se puede estar tan pagado de si mismo, de vez en cuando, hay que callar y escuchar.